Llevaba tiempo queriendo hacer una sesión en «sa cala», mis padres viven en Es Castell, y para mi la Cala Sant Esteve siempre ha sido un lugar de desconexión, de ir a pasear por el campo con las perras o para darme un chapuzón rápido en los días de verano cuando no tengo tiempo de nada.
Por eso, al empezar a hablar con Sara de su preboda -ella es de Es Castell-, les comenté la posibilidad de hacerla ahí, ya que es un rincón muy especial para las personas de esa zona, con su paisaje marcado por el viento del norte y el suelo rocoso. A ella le encantó la idea, y Raul se sumó enseguida.