Según me dijeron Miquel y Tolo, querían hacer una sesión preboda para perder la vergüenza delante de la cámara. Decían que les iba a resultar muy complicado actuar con naturalidad sabiendo que alguien les estaba haciendo fotos. Les dije que es parte de mi trabajo hacer que se encuentren a gusto, y cuando me encontré con ellos, pasó lo de siempre, se sentían un poco cortados al principio, pero diez minutos más tarde se relajaron, vieron que una sesión preboda es una excusa perfecta para pasar un rato en pareja, para recordar porqué quieres estar con esa persona, y que la cámara es lo de menos, lo importante es disfrutar y dejarse llevar.
Tan mal lo pasamos, que después de quedarnos casi sin luz sin darnos cuenta, nos fuimos a la zona de bares del puerto de Maó para terminar el día con unas cañas. Si es que ser fotógrafo y modelo es muy duro…