Todos los embarazos son especiales, pero cuando una pareja a la que he fotografiado su boda me contacta para darme la gran noticia, eso me hace especial ilusión, ver como evoluciona su relación, desde la primera sesión de pareja, a su boda y luego al embarazo… No puedo pedir más como fotógrafa.
Ya nos conocíamos bien, y eso se notó en la sesión, Gràcia y yo intentábamos mantener la compostura y parecer personas serias, mientras Sergio ponía cara de «no puedo creer que estas dos me hayan vuelto a liar» cuando nos cogió un ataque de risa y no podíamos parar de reír hasta llorar.
Decidimos hacer su sesión de embarazo en Sa Nitja, un muelle destartalado de madera que hay antes de llegar al faro de Cavalleria. Desde ahí hay una puesta de sol preciosa, y la verdad es que toda esa zona da mucho juego. Nos encontramos con un pescador que tiene su barquita amarrada ahí, así que nos colamos al ‘llaut’ y aprovechamos para hacer parte de la sesión sobre el barco.