«No es la mirada, es como me miras»
Lo que tienen Lídia y Lluís se siente especial, la manera en que se miran, se escuchan y se ríen juntos, con amor y admiración, la boda prometía tener risas, lágrimas y mucha fiesta, y así fue.
Su día empezó con los preparativos en la finca Santa Victoria; Lídia estaba en el piso de arriba preparándose con sus amigas y su madre, y a cada rato se escuchaba a Lluís lanzarle algún piropo por la escalera desde el piso de abajo, «sa núvia més guapa!», «t’estim Lídia!», «Lídia preciosa!». El ambiente era relajado y lleno de carcajadas.
Ella vestía un vestido de Sonia Pons – Maria Pons Boutique, que se convirtió en uno de mis favoritos del verano por lo personal que era, con sus iniciales bordadas en la cola y las flores de encaje, compradas por la novia durante un viaje, cosidas a mano una a una. El traje de Lluís era de Ca’n Miquel, y los dos calzaban Mascaró.
Después de la entregar del ramo, los padrinos se llevaron a la novia en un mehari y la estuvieron paseando por Ferreries hasta que llegó el momento de la ceremonia. Lluís se emocionó al verla entrar a la iglesia del brazo de su padre, y no era para menos. Al salir de la iglesia, nos fuimos hacia la finca con el mehari, parando un momento para tomar algunas fotografías delante de la casa que se han comprado, la prueba gráfica de «como era la fachada antes de la reforma». Me los imagino enseñándoles esa foto a sus hijos en el futuro ;).
Al llegar a Santa Victoria, todo estaba listo para una día increíble. No faltaba detalle, y es que Lídia puso su toque en cada rincón. Si a eso le sumamos estar en medio del campo menorquín, catering a a cargo de S’Algar y música en directo, no se puede pedir más.
Los invitados tenían ganas de fiesta, y Ritmo Menorca y el grupo Es Caliu se encargaron darles lo que querían. Y, por lo que me contaron, la fiesta siguió hasta la madrugada con chapuzón a la piscina incluido.
Maquillaje: Nina Centre d’Estètica | Peluquería: Judith Centre d’Imatge | Floristería: Truvi | Anillos: Núria Deyà